Todos hemos llorado alguna vez y, aunque el producto resultante de esta acción sea lo mismo, ciertamente nosotros no lo sentimos de la misma manera. Lloramos por felicidad, alegría, frustración, tristeza, enojo y dolor. Además, ellas están hechas para proteger al ojo de objetos extraños, lubricarlo e incluso darle la nutrición que requiere, son una especie de barrera que no permite el paso de sustancias dañinas o infecciones a la córnea. Como seres humanos, llorar es nuestra manera de expresar nuestro dolor y poder simpatizar con otros, aunque es un proceso fisiológico mediado por señales que van desde nuestro cerebro hasta el ojo donde se producen resultando en la acción propiamente dicha, esta desencadenado por un sentimiento o emoción que no sabemos cómo expresarlo de otra manera.
Llorar es vital y es una señal de vida, cuando un bebé nace todos los presentes esperan que llore porque eso significa que responde y que está vivo. La sociedad nos ha hecho creer que llorar es un indicador de debilidad, falta de fortaleza, inmadurez o incluso falta de autocontrol, cuando en realidad es todo lo contrario, llorar es un indicador que sentimos, lloramos desde los primeros instantes de nuestra vida hasta que morimos y es una necesidad del cuerpo y del alma para expresar lo que siente en esos momentos, no hay razón para sentirnos avergonzados por ello.
Es por eso por lo que la fotógrafa Rose-Lynn Fisher decidió tomar diferentes lágrimas y analizarlas bajo un microscopio, y los resultados que obtuvo fueron impresionantes. Efectivamente, una lágrima de dolor, tristeza o felicidad no se ven de igual manera, aunque su composición sea la misma, si nos acercamos un poco más descubriremos que lo que sentimos y la expresión con la que se expulsan las lágrimas, afecta en su forma y en sus detalles. Incluso las lágrimas de un niño se ven diferentes a las de un adulto.
Las lágrimas de cambio parecen como un panorama con miles de caminos posibles a tomar, sin en cambio, las lágrimas al recordar a alguien o algo por mucho tiempo parecen tener menos características comparadas con otras, dando a entender que
el recuerdo se va haciendo cada vez más lejano y borroso. Una lágrima de catarsis, cuando se liberan todos esos sentimientos se ve como un parteaguas y de diferentes tonalidades. Por último, una lágrima de aquello que no se pudo arreglar se ve como un corazón roto.
Es impresionante ver cómo los sentimientos realmente nos impactan más de lo que pensamos, sin embargo, llorar nos permite ver la vida de diferente manera, como una limpieza de alma y de los ojos que nos permite apreciar la vida nuevamente, no importa si lloramos porque nos duele el alma o el cuerpo la finalidad es la misma: poder ver la vida como lo era antes del dolor.